
La gente entra y sale de nuestras vidas como los pasajeros de un tren. Sabes que algo no va bien cuando tu vagón se va quedando vacío. La equidad, el civismo ¿son suficientes? Llega un momento en el que hay que meter a Cristo en la ecuación de tu vida. Hay que tener fe Él. La fe es una gracia de Dios que crece con el conocimiento: no se puede amar lo que no se conoce. Con este propósito llegué a este libro.
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