
Pocos textos evangélicos pueden resultar tan conmovedores y consoladores como el del Sermón de la Montaña. Lo que conocemos como Bienaventuranzas. Nos hablan de un Dios totalmente distinto a lo conocido. Una nueva teología comprometida con nuestras miserias, que abraza con infinita misericordia. Es la novedad y la esperanza que trae el cristianismo.
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